Como los caminos eran intransitables cuando llovía, cuando comenzó cuarto grado se quedó a vivir en el pueblo con sus abuelos Juan Ferrari -el relojero de Juan Nepomuceno Fernández- y Olga Suárez. “Lo increíble es que cuarenta años después los caminos siguen igual”, aseguró.
Al terminar el secundario, se formó como docente y enseñó informática e inglés en una escuela de Nicanor Olivera, un pueblo al que todo el mundo le dice Estación La Dulce. “Trabajaba como maestra suplente en la primaria y en la secundaria y en el 2016 me quedé sin trabajo porque obligaron a los docentes titulares, que estaban en otros roles, a retomar sus cargos”, explicó.
En la encrucijada apostó por el oficio de su padre y su familia (su esposo Christian Milano también es contratista). Con su hermano Fabio, le pusieron un ultimátum a su padre. Le dijeron que había llegado la hora de que descanse y que ellos iban a tomar la posta. Viviana se especializó en la siembra (trigo, verdeos, pasturas y soja) y Fabio en la cosecha.
Lleva cinco años con el tractor y la sembradora como ocupación full time, muchas veces durmiendo en la casilla junto a su esposo aunque tienen las empresas separadas. Sabe perfectamente que es imperativo invertir. “Los contratistas vivimos empeñados porque el productor te exige tecnología de punta y está bien. Acabo de cambiar la sembradora para que tenga paralelogramo y pueda copiar las lomas y desniveles del terreno y sembrar siempre a la misma profundidad”, destacó.
La preocupa mucho la erosión del margen de rentabilidad de los contratistas. Todos los insumos están dolarizados (fierros, repuestos y combustible) pero la tarifa se cobra en pesos. “Y con cheques a tres meses muchas veces”, contó.
También las incertidumbres de un tipo de cambio volátil y una economía muy incierta. La escalada del dólar obligó a su marido a devolver una cosechadora y tuvieron que trabajar muy duro para recuperarse, pero siguen apostando al campo y a su comunidad.
Galli es la presidente de la cooperadora del hospital municipal, integra la comisión directiva del Centro Cultural, participa de un programa de radio en Necochea y escribe columnas para un diario de la zona. En octubre del 2019 expuso sobre la situación de las mujeres rurales en el Senado.
Entre tanta siembra y cosecha tienen un acuerdo familiar: estar en las fiestas importantes. “Cuando bautizamos a mi hijo Jonathan (tienen otra hija que se llama Nicole), mi marido dejó los fierros y vino. Y yo tengo la misma prioridad. También tengo claro que es preferible hacer menos hectáreas, pero hacerlas bien”, insistió.
En un laburo tan asociado a los hombres, Galli nunca sintió diferencias. “Me conocen de toda la vida y saben que sé hacer este trabajo”, concluyó.
Clarín – Gastón Neffen